Ven, mano que sostienes el
infinito latir del silencio. Ven, acaricia mi boca como delicado orfebre.
Quiero tener entre mis labios la memoria de tus yemas tibias y besarlas de
noche, cuando la noria del amor no gire en mi paladar y se llene de burbujas oscuras.
Ven, brindemos que el destino aún no duele, y bebamos hasta la última gota el
tiempo que enciende tu piel en la mía. Ven, antes que la distancia desgarre los
recuerdos y no puedas sostener esa copa, océano de mi deseo.