sábado, 8 de abril de 2017

CARTA DE AMOR1



DOS-LATI-DOS  
Mi querido Sueño:
No me despiertes. Déjame estar a tu lado, sin que me molesten prisas y problemas de horarios. Quiero escuchar otra vez aquel susurro, cuando el azar estuvo de nuestra parte, y respiramos juntos una noche de noviembre. Sigues, a pesar de los años, palpitando bajo las sábanas, con latidos de luz al llegar el alba y entonces ya no soy yo porque tú lo ocupas todo por dentro y ni siquiera puedo encontrarme a mí mismo. No me despiertes, permíteme mantener el sueño de mis manos sobre tu espalda. Necesito que la energía de cada suspiro se quede en mi tacto que apenas siento mío. Percibo entre los dedos el calor de tus músculos que se contraen y se expanden al ritmo pulmonar. Sueño sé que te enteras de que estoy contigo, que te haces el dormido y que en el fondo quieres que piense que otros sueños son posibles. Sé también que no puedes quedarte mucho más aquí aunque el azar vuelva a ser generoso. Pero no te preocupes si me despierto con otro Sueño. Seguiré conectado a los ventrículos que entienden el idioma de tu corazón a través de mis manos, estas que siguen el movimiento de tu espalda e interpretan la partitura de la existencia. Noto en cada vértebra, el suave latir de la inmensidad, el misterio del idioma sin palabras, el inicio de la escritura sin alfabeto.
El despertar llegará inexorable como un torrente que precipita tu ausencia desnuda, tan fría como una foto atrapada en un trozo papel. Entonces me acariciaré los párpados con exquisito cuidado porque debajo estás tú y el lejano recuerdo de una música a punto de brotar de un poema, endulzará los pasos de un vals. El juglar Sabina, poco a poco descubrirá al piano del amanecer, dos soñadores, en una ciudad sin puerto. Uniremos sentidos y tactos en una única respiración. El sueño de bailar, solo mirándonos, se cumplirá. No quiero que me despiertes, tengo miedo de su final.
El ineludible transcurrir de los latidos en nubes de espuma llega a su fin, pero me resisto desesperadamente a que suceda. Sueño sé que es inútil seguir luchando. La realidad golpea, como una alarma desagradable, en el centro de gravedad de mis arterias blancas.
Hace mucho tiempo que amaneció. Nos tenemos que despertar. Sueño no me dejes sufrir, vuelve alguna vez, enséñame a no olvidar tus pulsaciones. Sin embargo, estas manos, conservarán siempre la memoria de tus tibias espaldas, igual que pétalos de flores guardan, el perfume de un jardín en primavera.

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